
Todo, absolutamente todo, es impermanente.
De todo, lo más seguro que existe
es el suelo que sostiene mis pisadas…
Y ya ves, ¡un mago me ha hecho volar¡
Perder es ganar
lo que está por venir.
Si todo perdiera aún todo lo tendría,
pues “todo” es relativo si la dueña soy yo.
Las más valiosas cosas disfruto sin ser mías
y esas no faltaran hasta el fin de los días;
mientras viva, en el cielo brillará siempre el sol.
Mientras viva, la tierra tendrá un vientre fecundo
y pechos que prodiguen su linfa maternal.
Mi casa tiene el ancho y el largo de este mundo,
un techo tapizado de escarcha, azul profundo,
y paredes etéreas que no tocan final.
La adornan vivos lienzos de sin igual belleza,
que desbordan, realistas, el marco de la vista.
Decorada al estilo de la naturaleza
por manos de un artista de celestial destreza,
mi casa es la obra cumbre del arte paisajista.
Me seducen las gotas, me enamora la fuente,
juntas dan rienda a un ciclo de incesante fluir;
y crean la ilusión de un agua impermanente,
que se va y siempre está; no me duele esta suerte,
pues perder es ganar lo que está por venir.
Si todo perdiera todo reencontraría
en el hondo sombrero del que todo salió.
De faltarme refugio un árbol talaría;
de perder el vestido telar no faltaría;
de faltar el planeta me perdería yo,
De todo, lo más seguro que existe
es el suelo que sostiene mis pisadas…
Y ya ves, ¡un mago me ha hecho volar¡
Perder es ganar
lo que está por venir.
Si todo perdiera aún todo lo tendría,
pues “todo” es relativo si la dueña soy yo.
Las más valiosas cosas disfruto sin ser mías
y esas no faltaran hasta el fin de los días;
mientras viva, en el cielo brillará siempre el sol.
Mientras viva, la tierra tendrá un vientre fecundo
y pechos que prodiguen su linfa maternal.
Mi casa tiene el ancho y el largo de este mundo,
un techo tapizado de escarcha, azul profundo,
y paredes etéreas que no tocan final.
La adornan vivos lienzos de sin igual belleza,
que desbordan, realistas, el marco de la vista.
Decorada al estilo de la naturaleza
por manos de un artista de celestial destreza,
mi casa es la obra cumbre del arte paisajista.
Me seducen las gotas, me enamora la fuente,
juntas dan rienda a un ciclo de incesante fluir;
y crean la ilusión de un agua impermanente,
que se va y siempre está; no me duele esta suerte,
pues perder es ganar lo que está por venir.
Si todo perdiera todo reencontraría
en el hondo sombrero del que todo salió.
De faltarme refugio un árbol talaría;
de perder el vestido telar no faltaría;
de faltar el planeta me perdería yo,